Alguna vez ame a Ted Bundy:
Lo amaba, cuando me miraba, cuando me tocaba, cuando me hacÃa el amor, era de él, y él era mÃo. Yo lo amaba, cuando en la mañana despertaba, y me miraba, cuando sus dedos, manchados con sangre de la pequeña de 12 años, merodeaba en mi cuello.
Cuando Molly y él jugaban, siempre quiso que Molly fuese una reconocida artista de la pintura. Coloreaba con ella, haciendo árboles y casas, quizás lo amé sin darme cuenta le mostraba a mi hija el lugar donde yacÃan otras mujeres, adornando con pasto verde y un sol sonriente.
Debà darme cuenta de sus actos, cuando llegaba a casa, no encontraba labial en su camisa, pero de seguro tuve que haber olfateado el sollozo moribundo de una cabeza aplasta por un tronco.
Y el me besaba y de su boca salÃan promesas y poemas, y yo sin saber que con la misma mordÃa los cuellos de chicas mientras las violaba hasta casi arrancarles pedazos de cuajo. Cuando estaba dentro de mi, y yo lo debaja hacerme el amor, y horas antes alguna chica moria con la sensación de su verga quemando su sexo y sus manos apretando su cuello.
Llegue a amar a Ted Bundy, y amor ardÃa, y quizás él supo cuánto, cuando la electricidad pasó por cabello aquel Viernes en Florida, dejándolo chamuscado.
El me habrá amado a mi?
Yo ame a Ted Bunddy.
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