Apenas tocaste la cama y me empecé a hundir en la arena movediza de un remordimieto galopante. La tosca luz de la lámpara de noche, roja, hambrienta y expectante, y tu al lado, flotando en la arena, mordiendo tus uñas, tragando palabras que moriran en el vientre.
Solo otra noche, acompañado de ti.
No hay comentarios:
Publicar un comentario