lunes, 30 de enero de 2023

Penitente.

Una de las lamparas titilaba tenuemente, el largo pasillo se hacia largo, cuando la luz se ausentaba, era infinito en la oscuridad. Goteras y suciedad, todos los pasillos eran copias el uno del otro, cuando era parte todos del mismo lugar; El barrio de Lista Negra. Meses de investigacion, fortuna gastada en informantes y un pila de carpetas con diferentes nombres se amontonaban en los escritorios. Tenía un gusto particular por los niños, en particular los varones trigueños. El modo de operar es en principio, similar en todos los casos: Pasado el mediodía, niños en situacion de vulnerabilidad cuya independencia rozaba lo negligente. Familias empobrecidas, de barrios calientes. No tienen el dinero ni viven en el estatus corrientes para considerarse prioridad. En la mayoria de los casos, son encontrados debajo de las alcantarillas. Una silla de plastico, juguetes y esculturas de maderas los acompañan en su desdichado destino. Las costillas sobresalen de su espalda, los dedos atravesados por gruesas agujas e hilos, y las cuencas oculares vacias, todas las cabezas estan mirando en direccion del cielo. Cartas con oraciones cuyas letras son todas recortes de distintos periodicos o revistas. El mensaje siempre reza lo mismo. La liberacion de las almas puras, que aun tienen posibilidad de no ser ensuciadas por la delincuencia, la prostitucion o las drogas. Ya van 9 niños. Las maldiciones hacia su persona abundan, la indignacion, las protestas, un solo apodo: El Penitente. El olor a mierda, la oscuridad, el sonido del goteo y mis manos firmes en la glock reglamentaria. Un lloriqueo ahogado por lo que sono como una cachetada y la voz de un demonio vociferando. -Shhhhhh! Los niños buenos no gritan ni hacen escandolos en casas ajenas. Ademas, no somos amigos? O ya se te olvido lo rico de esos helados que comimos cuando saliste del colegio? A caso no te da verguenza con tu hermanito? Siempre obediente y callado. Asi que ahora toma el maldito juguete y sigamos jugando. - Decia una voz aspera, cuyo sonido se ahogaba cln gemidos y sonadas de nariz. -Pero me duele la mano, no puedo cerrarla. Yo me quiero ir a mi casa con mi mamá. No quiero jugar mas. - Santiago, quien tenía 4 días desaparecido, intentaba hablar sin romper en llanto. Al acercarme a la habitacion septica de la alcantarilla, mirando a traves de un espejo roto apilado en la esquina, una escena dantesca se formaba ante mi. La espalda de un hombre, sucia y llena de cicatrices, el cabello cayendole sobre los hombros, y de costado, su pene erecto se elevaba siniestro sobre las dos figuras mas pequeñas. Un pequeño brillo bajaba por sobre unas pequeñas tablas que sostenia con las manos, bajando la mirada entendí todo; Mas abajo se encontraba santiago, sobre una silla de plastico, vestido unicamente con su ropa interior, lleno de golpes, y de su lado goteaba algo, al agudizar la vista, vi sus deditos destrozados, que subian y bajaban al son de el hijo de puta degenerado. Se retorcía levemente, cuidando de no quejarse lo suficiente para claramente no hacer enojar a su captor. Pero la sombra macabra del destino se agrandaba mas y mas. Frente a Santiago, una figura tambien elevaba sus manos, si es que se le puede llamar a esa masa morada y llena de pus, una manito. El cuerpito ya morado, lleno de moscas y gusanos, todo hinchado. Uno de los pequeños desaparecidos, yacía sin vida, como un juguete. Sus ojos vacios eran el hogar de una serie de gusanos danzantes. La glock perdio firmeza cuando me lleve, forma inconsciente, la mano hacia la boca para callar un gemido. Mi cuerpo se sentia pesado, el sudor me recorria la nuca y mis piernas temian por flaquear. El tiempo se detuvo, pero la tortura de Santiago no. - Y vivieron felices por siempre. -Dijo placidamente el penitente. - Muy bien por hoy, es la hora de dormir, terneritos. - Y dejo caer los pesados pedazos de madera que sostenian los dedos de los menudos cuerpesitos. Santiago cayo al piso, un intento de aminorar el dolor. -Ayyyyyy, mis dedos!! -Sus gritos de dolor fueron amortiguados por las patadas del monstruo. -Pedazo de mierda, deja de desobederme. Te estoy liberando de la inmundicia de mundo en el que vives. Malcriado de mierda. - Detente, policia! - grite desplazandome por la habitacion. - Alejate del niño y levanta las manos. En ese momento, cruzamos miradas y ahi, el horror en persona, la maldad tomo una forma. Un paralelismo cromatico, un ojo negro, la oscuridad profunda, en el otro, un blanco mortuario, que me miraba directo a mi alma. Una cara deforme de rabia, la baba que caía y la mitad de la cara destrozada. Santiaguito miraba todo desde el suelo, el asombro lo enmudecio. -Fbi, alejate del niño. No voy a repetirlo. El penitente se agacho rapidamente y tomo el pedazo de madera, arrancando a su vez los hilos de los deditos de Santiago. Un grito se desparramo junto con un monton de sangre. El primer disparo le dio en el pecho y el segundo en el abdomen. Al momento de caer, se tropezo con el cadaver del infante. Que al caer se termino de romper sus costillitas, las cuales, para el penitente, representaban sus alitas. Sin dejar de apuntar a la espalda del hombre, cuyo cuerpo cayo encima del cadaver. Me acerque a ver el estado de Santiago. Tenia el cuerpo lleno de moretones, las uñas y los dedos destrozados. - Por favor, quiero ver a mi mamá. Me duele mucho, señora. Ayudame. - sollozaba el pequeño. -Tranquilo, tranquilo. Te voy a sacar de aquí, bien? Puedes caminar? Salgamos juntos de aquí. Mi mirada no se apartaba de el hombre que yacía en el piso, sus heridas iban ensuciando mas el suelo con la sangre que emanaban. -Señora, no puedo caminar... - escuche tenuemente y mire por el rabillo del ojo, algo me hizo estremecerme nuevamente, y mire directo a las piernas del nene. Dos muñones eran torpemente sujetados por dos pedazos de palos. Las piernas de Santiago fueron mutiladas completamente. -Oh mi Dios. - dije perpleja. Fue solo cuestion de un segundo. -ZORRA MALPARIDA. - Escuche decir, antes de desorientarme por completo con el golpe que me asesto el maldito psicopata. Todo se volvio negro. Sentia un rio calido que se deslizaba por mi oreja y mojaba mi cabello. El cuello se empezo a sentir tenso, fragil y caliente. Al abrir los ojos, tenía al penitente encima de mi, con las manos alrededor de los hilos, cortandome poco a poco el cuello. Me retorcí y forcejee, mis ojos iban a explotar de la presion que ejercía aquel sucio hombre. Su gruñido de odio provocaba que La baba que le caía dela boca terminaba en mi cara, el cabello sucio dejaba caer pequeñas particulas de caspa y sentia como mientras me asfixiaba, frotaba su verga en mi estomago. La pistola alejada de mi, Santiago llorando, los gusanos del cadaver reptando en el suelo y la vida que se iba con cada arcada y retorcijon con el que luchaba por una bocana de aire. Solo un poco mas, una mano debajo de los hilos, evitando que me corte mas, y la otra alcanzado el arma. La tome por poco, la culata dio un giro. El se dio cuenta de mi intencion e intento tomar el arma primero. En ese momento de distraccion golpee lo mas fuerte posible en direccion a mi estomago, donde un organo duro y mal oliente se posicionaba. La habitacion retumbo con un alarido de dolor. La bestia cayo hacia atras, revolcandose de pesar. Tome el arma, los ojos de Santiago, se iluminaron 13 veces, en intervalos de menos de un segundo; le descargue el cartucho completo al hijo de puta. Tome una bocana de aire y todo mi mundo se empezo a desmoronar. El cuello iba gorgoteando sangre, la cabeza se me hinchaba y me presionaba el cerebro, a su vez que el agujero tambien drenaba su parte. Cada vez mas, los sonidos se transformaban en ecos y la vision se me borraba. Una pequeña y moribunda figura se arrastdaba hacia mi. La habitacion perdia luz y vi como de repente aquel niño quien vivio el infierno en vida, se volteaba hacia el otro lado....

jueves, 28 de abril de 2022

Me gusta.

Amo esos pequeños de la rutina que invocas cuando estamos juntos. Me gusta cuando acompañas el desayuno con tostadas, mermelada y besos. Cuando haces que la cama de dos plazas, se sienta como un desierto y en tu abdomen encuentro el oasis de fervor, tambien lo amo. Que de vez en cuando se me llenen los ojos de lagrimas, y siempre estas ahi, con las ondas azabaches que son tus cabellos cubriendo una tierna sonrisa. Es curioso, tambien amo eso. Y que al final disipes la soledad y oscuridad que me asola en los ratos sin ti, pues ahora encontraste hogar, en el valle de mis pensamientos .

lunes, 17 de enero de 2022

Leticia.

¡Spat! Ese fue el sonido que hizo mi mano al estrellarse contra mi cuello. Mire un segundo la palma, y aun en la oscuridad pude distinguir el cadáver del mosquito que hasta hace momentos retumbaba en el auto. El camino era oscuro, había anochecido hace unos 20 minutos. La copa de los árboles y el follaje hacían que el recorrido se sintiera lúgubre y solitario. Mire de reojo, pero no lo suficiente para darle mi atención por completo. De copiloto estaba Leticia, con su peinado con ondas, y sus aretes largos, haciendo tintinear el pesar que la invadía. Quien pensaba que rato antes estaba sonriendo y mirándome con ojos seductores. El camino de vuelta al hotel fue, por el momento, una copia del camino; oscuro y silencioso. Apenas iluminado por los suspiros y tarareo al compás de la canción que sonará en la radio. -Sabes? Creo que en el fondo siempre lo supe. -Cual katana, corto el silencio de forma limpia y metódica. No escatimo en la intensidad. - Pensé que quizás era parte de una sensación por todo lo que nos pasó últimamente. No se, Mau. No se que pensar. No podía mirarla, después de lo ocurrido. Cómo podría siquiera replicarle algo. Pasaron minutos de silencio, el silencio se desangraba de tal estocada. -Eres una mierda, una basura. Todos tus planes, todos tus objetivos. Nunca fueron tuyos. Solo intentas que los demás sean exitosos, para cubrir tus fracasos. - No voltee a verla, pero desde el rabillo del ojo, vi como me miraba, sus pendientes actuaban como péndulos marcando una radiestesia con el fin de detectar mis mentiras, mi cobardía. -No quiero hablar. Cuando lleguemos al hotel, tomaré mis cosas y me iré de vuelta. No tienes que explicar mucho. Entiendo tu punto de vista. -Solo eso tienes que decirme? Después de todo esto? Se suponía que este viaje fuese especial. Se suponía que yo era la chica a la que juraste amor, lealtad. Ves este anillo? Tu me lo diste a mi. - Voltee a verla, no cruce sus ojos, solo fui turista por segundos de sus dedos, su mano morena, aun bronceada, exhibía un anillo con un modesto cristal incoloro que brillaba aun con tan poca luz. - ¿Crees que esto me hace feliz? Un anillo caro, un viaje a las montañas. unos zapatos de marca? Todo esto es una mierda, una mierda como lo eres tu. Como lo son todos- Se descalzó los zapatos y los tiró por la ventana. El bosque estaba tan callado que puedo jurar que el golpe del calzado contra el pavimento retumbó aun en el auto. Un silencioso sollozo se extendió en la cabina del auto. -Me lo juraste. Me juraste que era algo del pasado. Y ahí está, me diste la razón, siempre me la das con el tiempo. No pude resistirlo más. - Leti, por favor, créeme. No volverá a pasar, fue solo un error, una apuesta, no pensé que podríamos perder tanto. Solo queria disfrutar de nuestros dias. - Recorri su rostro, el maquillaje se habia empezado a difuminar, y sus ojos negros relampagos, centellaban de odio y tristeza. -Podríamos? Podriamos una mierda. Perdiste tu solo, yo no. Pedazo de basura. Siempre fuiste eso, por eso te aislas en tus libros de mierda. Todo es una mierda. Estoy cansada de ser quien lleva los pantalones, estoy cansada de disimular con los demás que estás trabajando en algo espectacular, cuando en casa solo bebés y terminaste de llevarnos al derrumbe, por un error del pasado. Que maldito error, te dije mil veces, si vas devuelta, dejame por completo. Y ahí ,estás ilusionándome, para destruirme nuevamente. Ahora yo también estoy manchada por tu vergüenza. -Pero amor, te juro que no volverá a pasar. - Las lágrimas se agolpaban en mis cuencas oculares. Voy a trabajar, voy a volver a ser el de antes. Recuerdas cuando nos conocimos? Cuando me dijiste que tú y yo llegaríamos lejos? - Rompí, afuera, el camino se transformaba en una viscosa agonía, con el camino oscuro, el pavimento siendo absorbido por la tierra de la montaña y la lluvia tocándome la puerta, como queriendo deshacerme con su repiqueteo. - Solo una oportunidad. Es lo que te pido. Te daré todo, mi contraseña del teléfono, regalos, pasar tiempo contigo y las niñas. Soy yo, mírame. - Le extendí mi mano derecha, para consolarla y tocar su rostro. Un fuerte golpe, y unos ojos impregnados en malicia. - No me toques, enfermo. Tu no eres la persona que conocí al principio. Eres alguien débil, asqueroso y fracaso. Y tendrás que pagar por esto. Cuando lleguemos al hotel, voy a llamar, no verás más a mis hijas, a mi, solo te queda esperar la sentencia de tus actos. -No, no, no! No me dejes Leticia, seamos un equipo. Seamos por favor los amantes del pasado. - Quería abrazarla, quería atraerla hacia mí, Quería sentir su boca empapándome de besos. Quería recuperar lo que perdimos hace horas, esa sonrisa. El mensaje en mi teléfono, la vista perspicaz de ella, el restaurante gourmet. Una secuencia dantesca. -No, no suéltame! no me toques, no, apártate pedazo de enfermo. Tus manos están manchadas, están sucias, ¡las ensuciaste otra vez! - Ella gritaba histérica, no dejaba de forcejear. No preste atención. Solo quería recuperarla. - Mauricio!! ¡Adelante! El auto salió disparado, solo sentí el malestar en el estomago, como cuando un avión despega. Fueron segundos, desde el parabrisas miraba al cielo. La oscuridad de la noche, y las estrellas que reflejaban la luz de los focos del auto. Mire a Leticia, su cara estaba trastornada, los ojos grandes y la boca abierta, las lágrimas flotaban en la inmensidad del espacio. Y cuando intentó sujetarse a algo, el anillo volvió a guillarme con un reflejo. Nunca deje de ver a Leticia, aun cuando lentamente su cara se astilló con los vidrios, y su tórax fue atravesado por un árbol doblado. Ella me miró un segundo con ojos arrepentidos y cuando iba a decir algo, se activó la bolsa de aire... Me incorpore a la cama de un solo salto. El sudor recorría mi cuerpo desde distintos ángulos. Como buscando de qué forma llegar más rápido a volver a reposar sobre la cama. La habitación seguía oscura, solo pasaba la luz sobre la ventana adornada. Tome aire, llene lo más que pude mis pulmones, extendi devuelta lo tomado. Me limpie la frente, y sentí algo rasposo. En mi mano había tierra, miré extrañado, y me di cuenta que la sábana blanca estaba llena de hojas secas, tierra y sudor. Y entre todo eso, como una pista, estaba el anillo de Leticia, tenía una mancha marrón, sangre seca salpicada en el cristal. -Leti, leti? Amor, dónde estás? Leticia! -Empecé a gritar, me levanté, y recorrí la habitación. Vacía, solo era acompañada por la cama y un inodoro. Me acerco desesperado a la puerta. Barrotes la protegían. - Leticia? Leticia? Ayuda! ¿Dónde estoy? Leticia dónde estás? Desde afuera de la celda, estaba en una placa el nombre, el número de prisionero y la razón del delito. Homicidio culposo. Homicidio en tentativa con agravante de crueldad. El prisionero Mauricio Franco. Había llegado a la Prision Estatal Clive Port hace 3 semanas. Tenía amnesia, no se sabe que lo produjo.

martes, 21 de diciembre de 2021

Tu nombre.

Supongo que es cuestion de desahogo, como si quisiese derramar la sangre que hincha mi cerebro para evitar el desastre. Pero a donde desecho el restante? Supongo que es lo mismo, pero con tu nombre en mi lengua. Cada tanto debo volver a hablar de ti, a expresar la cuestion, a volver a mostrarme idiota. La realidad es la misma, darme cuenta de que la situacion mo cambia, que el que cambio soy yo. Se me deshincha la lengua, que cada cierto tiempo necesita de ti; si no som tus besos, es tu nombre, y si no es tu nombre, supongo, que al final, sangre y amor, terminaran por reventarme.