Hay algo que me gusta de ti.
Me gusta que seas una rosa, si no un girasol, que gira y gira y pierde pétalos, pero que nunca muere, pues siempre tiene alma de veleta.
Me gusta que seas callada, porque con tu silencio me has contado fantasías con las manos.
Me gusta que tu lejanía, porque cuando me acostumbro, estás ahí, sosteniéndome.
Me gusta tu voz y tu pensar, pues con ella has luchado en tsunamis de ignorantes.
A los 107 días del primer beso, ese delictivo y prófugo, me dejaste una cicatriz en el corazón, pues tu calidez solo aumenta, en confianza con tu pensamiento.
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