Los gritos parecian lejanos, todavÃa miraba absorto como Vivi corria buscando mi pelota. Se me cayo de las manos cuando escuche el ultimo golpe.
Mi madre cayo de rodillas al piso, y mi padre aun tenia las llaves del auto en una mano, y una apretada cajetilla de cigarro en la otra, ahora esta, salpicada con gotitas de sangre a causa del golpe que me asusto. ¿Cuanto tiempo tenia parado ahi? ¿En que momento llegue a ese lugar?
Unos gritos, balbuceos en el piso y el motor del Titan color caramelo rugiendo.
-Ya tengo tu pelota, Mati.
La mirada acosadora del viejo de mierda seguia clavada como una estaca en mi madre, que humillada y llena de rencor no logro advertir la escena. El auto acelero con veloz soberbia.
Vivi y sus 7 años y sus ojitos oliva risueños miraron al brillante parachoque del auto.
Y 4 segundos despues, dos cosas salieron despedidas del impacto, dos rebotaron una vez, y solo una quedo inerte, para siempre.
El grito siguiente me sigue sacudiendo aun hoy, treinta años despues. Por el rabillo del ojo, aun me persigue esa pequeña con vestido amarillo floreado, magullada como un mango reventado.
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