viernes, 12 de abril de 2019

Hotel 417

Las rodillas ya magulladas y el semblante ya caido, paso mucho antes de llegar a la orilla del azul brillo, de tu deseo, tu sexo. Despues de vagar por incontables almohadas, sollozando en noches empapadas, te encuentro, oh dulce paraiso, escondida entre incertidumbre y uno que otro cigarrillo. Que penoso fue, que al beber de tus caldos, me quede ahi, en tu regazo. Que penoso que en tu regazo, tu agua oscurecio, y el modesto pensamiento de penumbra tinto oscuro tu manantial. Y ahi quede yo, sediento en la duna del motel, con el cigarrillo a medio encender y recibiendo el sonido, lejano, presente, testigo, del portazo de despedida.



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