Panorámica.

Me gustan las fotos que tomaste, son paisajes hermosos, en particular la que el cielo se tiñó naranja, la que enfocaba las hojas de otoño cayendo como velo azabache, en la que los semáforos titilaban sensualmente como guiños, la que en la bruma de verano formaba una silueta de senos, como si fuese un espejismo. Sordidamente me di cuenta que la foto, no era foto, era tu reflejo distraido en el cristal del espejo.

Peliroja..

Luces de neon, el whisky ardiendo en mi garganta, tus piernas apretadas contra el vestido ceñido y yo hilando filamentos; desde un brillo suspicaz en los ojos, hasta unos labios nostalgicos, que añoran el que le quiten el labial con la presencia de otros.

Ella tenía cabello, rojo intenso, atrayendo magnéticamente mis manos, que vulnerables, no coordinaban con mi mirada. No sabía si acariciarte con los dedos, o si desnudarte con la mirada. Las miradas cómplices, como un criminal con su arma. Las manos que se acercaban y se distanciaban por los curiosos. Y la cama en casa nerviosa, sin saber si soportaría a uno, o a dos. Aunque la decepción se llevó cuando sintió a uno, pero debería ser falso, porque en mi cabeza, mantenía el peso de una próxima vez, donde; los ojos desnuden, los dedos palpen y la cama resienta.